Si bien es cierto que aun no sabemos qué clases de aviones son estos (si son reales u holográficos, aunque este parece bien sólido), ésta es sin duda otra prueba irrefutable de que lo que vierten sobre nuestras cabezas se activa y desactiva, por deseo del “piloto” y por lo tanto no es el producto secundario de la acción de un motor o turbina.
La toma, al parecer, proviene de un piloto que graba en tierras de Canadá. Un KC-10, avión cisterna militar, haciendo un trabajo de fumigación. Es claro para mí de que no hay una, sino varias operaciones de chemtrails en marcha (una de ellas, a plena luz del día, es la la fumigación con Corexit venenoso en el Golfo de México) y por lo tanto, en mi opinión, no podemos asociar todo el fenómeno a este tipo de aviones.
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